La intervención aborda un complejo hotelero en la costa este de la isla. El hotel se desarrolla de manera extensiva, presentando bloques de apartamentos de baja altura que se distribuyen sobre la parcela. Esto permite una disposición de baja densidad edificatoria que ofrece una riqueza de espacios exteriores que se complementan con la vegetación mediterránea.

La propuesta reubica el acceso a una zona más centrada e incorpora nuevos espacios de restaurantes y áreas de ocio con piscinas. Así, se logran circulaciones y distancias de desplazamiento más equitativas para los clientes. Se conserva el carácter extensivo del complejo y se trata el paisaje del espacio exterior para que el recorrido forme parte de la experiencia de los usuarios.

Los nuevos bloques de habitaciones se plantean de forma escalonada en planta y alzado para integrarse con el terreno en pendiente y el entorno. Gracias a ello, se reduce la rotundidad volumétrica. Además, se incorporan pérgolas en los frentes de los bloques para unir visualmente los elementos construidos con la naturaleza, creando espacios intermedios.

El uso de materiales locales, como muros de piedra de mampostería, refuerza la conexión del hotel con la tradición y el entorno mallorquín. Las cubiertas, visibles debido a la marcada pendiente del solar, se plantean ajardinadas, integrándose así con la vegetación del entorno.